Mi mamá me dio una paliza, otra.

Yo sólo quería saber que hacía ella con su amante en la recámara.
Ya antes había venido varias veces, cuando papá no estaba.
Tomaban té en el comedor, hablaban de cosas pasadas y se miraban
con cierta complicidad. Luego de un tiempito en la sala, mi mamá me daba diez pesos y me mandaba a jugar al parque de la cuadra.
Pero yo me iba un ratito y regresaba luego luego. Me daba cuenta que estaban en la racámara de mi mamá y se encerraban con llave. Entonces yo salía al patio para ver si podía espiar por alguna ventana pero estaba bien cerradas, y las cortinas bien puestas.
Y yo me frustraba.
Mucho.
Hasta el día en que le gané a mi madre. En vez de irme a la tienda, me escondí en su closet, y dejé una puerta corrediza entreabierta. Desde ahí pude ver como entraban y se acostaban, empezaban a besarse y acariciarse, y se quitaban la ropa. Entonces mi mamá me descubrió. Así desnuda abrió el closet y vaya a saber de donde sacó un cinto de piel de víbora de dos metros que me alcanzó a dar en la espalda por más que salí como demonio corriendo.
Yo sólo quería sabes como le hacían porque hasta donde yo sabía, se requerían un hombre y una mujer para tener relaciones sexuales. Me dejó tan apaleado después de que me alcanzó en la cocina, que después de la lluvia de cinturonazos, le prometí que no volvería a molestarla cuando viniera su amante. Pero yo sólo le dije que quería saber como, que chiste tiene, de que se trata, el porqué quería estar con su amante.
Y es que su amante era una mujer.

Yo sólo quería saber que hacía ella con su amante en la recámara.
Ya antes había venido varias veces, cuando papá no estaba.
Tomaban té en el comedor, hablaban de cosas pasadas y se miraban
con cierta complicidad. Luego de un tiempito en la sala, mi mamá me daba diez pesos y me mandaba a jugar al parque de la cuadra.
Pero yo me iba un ratito y regresaba luego luego. Me daba cuenta que estaban en la racámara de mi mamá y se encerraban con llave. Entonces yo salía al patio para ver si podía espiar por alguna ventana pero estaba bien cerradas, y las cortinas bien puestas.
Y yo me frustraba.
Mucho.
Hasta el día en que le gané a mi madre. En vez de irme a la tienda, me escondí en su closet, y dejé una puerta corrediza entreabierta. Desde ahí pude ver como entraban y se acostaban, empezaban a besarse y acariciarse, y se quitaban la ropa. Entonces mi mamá me descubrió. Así desnuda abrió el closet y vaya a saber de donde sacó un cinto de piel de víbora de dos metros que me alcanzó a dar en la espalda por más que salí como demonio corriendo.
Yo sólo quería sabes como le hacían porque hasta donde yo sabía, se requerían un hombre y una mujer para tener relaciones sexuales. Me dejó tan apaleado después de que me alcanzó en la cocina, que después de la lluvia de cinturonazos, le prometí que no volvería a molestarla cuando viniera su amante. Pero yo sólo le dije que quería saber como, que chiste tiene, de que se trata, el porqué quería estar con su amante.
Y es que su amante era una mujer.
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