29 abril 2011

1 Wei Hui

Mi mano derecha aún sostenía la pluma, la izquierda se deslizó hacia mi sexo. Ya estaba mojado, parecá una medusa resbaladiza e hinchada. Metí un dedo, luego el otro, si los dedos tuvieran ojos o algún otro instrumento científico, podrían descubrir allí un mundo rosado, bello y carnoso. Los vasos sanguineos inflamados latían dalicamente en las paredes inferiores de la vagina. Durante miles de años, el jardín mistrioso de la mujer ha estado esperando ser invadido por el sexo opuesto; ha esperado el goce primario; ha esperado por la escencia traída por una batalla, para que luego en ese palacio rosado y regordete se desarrolle una pequeña vida nueva.

-Wei Hiu, Shangai Baby, pagina 196.
No pude evitar ponerlo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy rosa, pero lindo,

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Sale púes.