Llegué temprano al aeropuesto, con mi maletín de cuero, con mi traje oscuro
debidamente planchado, con la corbata centrada, con la formalidad llevada
en el bolsillo izquierdo del pantalón.
De pronto le ví.
No necesité de mucho. Ni saber de que color era su alma, porque estaba
seguro que era del mismo colo que el mío. No la desnudé con la mirada,
porque mis ojos tenían más que rayos equis. No necesitaba saber de que
color eran sus pezones, porque eran del color que me argadarían.
No me interesaba saber de que color era sus panties, porque sus piernas
eran tan blancas.
Era tan linda, verla allí, compartir algunos minutos mientras mi vuelo llegaba,
platicar unas palabras, mezclar miradas fuertivas, un pequeño
chiste malo, mi tarjeta y me llamas o me escibres, ella su red social tan rara,
todo eso, me hizo pensar, que yo nunca me había arriesgado por nada,
que mi jubilación le faltaba 30 años, que no estaría mal cambiar la rutina.
-Señor, su vuelo es a las 8:15, puede acercarse al aréa de arribo, por favor?
-Lo siento, cancele, no tameré ese avión.
-Señorita, un boleto a Japón.
debidamente planchado, con la corbata centrada, con la formalidad llevada
en el bolsillo izquierdo del pantalón.
De pronto le ví.
No necesité de mucho. Ni saber de que color era su alma, porque estaba
seguro que era del mismo colo que el mío. No la desnudé con la mirada,
porque mis ojos tenían más que rayos equis. No necesitaba saber de que
color eran sus pezones, porque eran del color que me argadarían.
No me interesaba saber de que color era sus panties, porque sus piernas
eran tan blancas.
Era tan linda, verla allí, compartir algunos minutos mientras mi vuelo llegaba,
platicar unas palabras, mezclar miradas fuertivas, un pequeño
chiste malo, mi tarjeta y me llamas o me escibres, ella su red social tan rara,
todo eso, me hizo pensar, que yo nunca me había arriesgado por nada,
que mi jubilación le faltaba 30 años, que no estaría mal cambiar la rutina.
-Señor, su vuelo es a las 8:15, puede acercarse al aréa de arribo, por favor?
-Lo siento, cancele, no tameré ese avión.
-Señorita, un boleto a Japón.
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